La coordinación de trasplantes: un estilo de vida.
Como señala R. Matesanz, creador y ex director de la
Organización Nacional de Trasplantes (ONT), dentro de ese número de
profesionales implicados, que en ocasiones pueden llegar a ser más de cien, hay
una persona o equipo de personas que son claves en todo este proceso, el equipo de coordinación de trasplantes.
Acercándonos un poco más al papel que desempeñan, su función principal es la de
colaborar en la detección de órganos con el fin de conseguir el mayor número de
órganos óptimos posibles, garantizando en todo momento la calidad del proceso,
desde la identificación del posible donante hasta el despliegue logístico para
la distribución de los órganos, pasando por la extracción, empaquetado y
entrevista de donación para obtener el consentimiento de la familia a la
donación, además de toda la atención y seguimiento que los familiares
requieran.
De todas las funciones citadas, es
especialmente compleja, por la carga psicológica y emocional que conlleva, el
plantear la donación a una familia que se encuentra ante uno de los momentos de
mayor dolor de su vida, la pérdida de un ser querido.
Estos profesionales, como todas
las personas que se dedican a la profesión sanitaria, tienen interiorizado el
mantener la salud y salvaguardar la vida de sus pacientes, pero a la vez, por
ser parte de un equipo de coordinación de trasplantes, saben que en ocasiones,
la muerte de la persona que tienen delante es sinónimo de vida en otro lugar
para otra persona. Esto genera frecuentemente conflictos morales y éticos en
estos profesionales, a los que hay que sumar
dolor y sufrimiento por la empatía y la necesidad de ofrecer ayuda y
consuelo a esa familia que ha perdido a su ser querido, en ese momento tan
desgarrador, máxime cuando realizan un acto de generosidad infinita aceptando la
donación de los órganos de ese ser querido.
Ha sido la búsqueda bibliográfica
del trabajo de investigación citado anteriormente, el que me ha inspirado a
escribir este texto, y un artículo concreto el que le ha dado el título, “It’s not a job; it’s a
lifestyle”: the experience of being a donation coordinato , donde se
expone detalladamente lo que supone ser parte de un equipo coordinador de
trasplante desde un enfoque más emocional, donde llegas a poner en riesgo tu
propia salud mental en pos del trabajo. Son personas con un plus de
sensibilidad para empatizar con el dolor y acompañar a esas familias en su
sufrimiento facilitando el duelo, pero a la vez estos profesionales requieren
de una capacidad añadida para relativizar su trabajo y no dejar que las
emociones les afecten más allá de lo profesional, lo cual no siempre es
posible. Además, cuando formas parte de este equipo y te toca estar disponible
y localizable, aunque no estés físicamente en el hospital, sabes que el
teléfono te puede sonar en cualquier momento ante un proceso de donación que no
sabes cuándo terminará ni cuáles serán sus resultados.
Para finalizar, me gustaría que
estas líneas fuesen una mención a la labor no sólo de estos profesionales, sino
de todos los profesionales sanitarios que en alguna medida van más allá, con su
compromiso y su entrega al trabajo, para cuidar de la salud de los demás.
Salud a la que estamos tan acostumbrados, que a veces
llegamos a creer que nos corresponde por derecho, sin darnos cuenta que en
ocasiones es un privilegio el “simple” hecho de estar sanos.
Gracias por tus palabras, Pedro.
ResponderEliminarDice un viejo aforismo que "conocer es comprender, y comprender es amar". Entiendo que las horas que has dedicado a conocernos te han llevado a comprendernos un poco, y probablemente hasta nos has cogido algo de cariño...
Los coordinadores de trasplantes no somos una ONG, somos profesionales sanitarios que trabajamos con pacientes y con sus familias. Pero es cierto que este trabajo tiene unas características que le confieren especial dureza: la comunicación de malas noticias, la intervención en crisis emocional, la atención inicial al duelo, el ofrecimiento de la posibilidad de la donación de órganos.
A veces se nos parte el alma con el dolor compartido con una familia, intentamos tomar "distancia terapéutica", escondernos dentro de nuestra armadura, no queremos sufrir más...Pero somos profesionales, y apretamos los dientes, y luchamos por equilibrar nuestro espíritu y recobrar la serenidad para ser coherentes con la responsabilidad que hemos asumido, y hacemos nuestro trabajo.
Un trabajo que no solo lo hacemos "porque hay pacientes que están en lista de espera". Es cierto, y no es menos cierto que uno de cada diez fallece porque no conseguimos trasplantarlo a tiempo. Pero también lo hacemos porque sabemos que las familias que pueden donar hacen un duelo menos doloroso, con menos sinsentido, la donación les aporta una pequeña luz en las tinieblas. Y también lo hacemos por un motivo muy importante: porque el paciente que ha fallecido tiene derecho a que se respeto su proyecto de vida (aun en la muerte), y que si quería morir regalando vida, se respete su voluntad.
Un abrazo, Pedro.
Gracias a ti, José Miguel. Y aprovecho para añadir que cada una de las personas que he tenido la suerte de conocer en la coordinación de trasplante me han mostrado una calidad humana extraordinaria.
ResponderEliminarPor lo que no es solo cariño, que también, sino el haber visto cómo cada uno de los profesionales que he tenido la oportunidad de entrevistar personalmente, se han abierto en el plano emocional confiándome sus sentimientos y temores más personales, llegándose a emocionar durante las entrevistas.
Un fuerte abrazo, José Miguel.