Participación y transparencia: exigencias para una sanidad mejor.
Los ajustes presupuestarios obligados por la
crisis económica hacen más necesario que nunca el conocimiento y la información
sobre en qué invertimos nuestro dinero público. Esto adquiere especial
relevancia cuando se nos advierte de la urgencia en realizar reformas
estructurales para mejorarla eficiencia de nuestro sistema sanitario.
No es posible planificar en sanidad sin una
evaluación sostenida de lo que hacemos. Como ciudadanos y como profesionales
sanitarios nos debe interesar conocer los datos y tener acceso a la información, porque sin ellos no podremos construir una opinión sobre la gestión de nuestro sistema sanitario.
Estamos avanzando en el progreso en la
humanización de la asistencia sanitaria, o mejor aún, en la atención respetuosa
y con dignidad a nuestros pacientes. En este sentido, la información y la transparencia en la relación con los
pacientes es una práctica ya arraigada. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la
información sobre la gestión de los servicios sanitarios.
Además, la falta de transparencia en la
financiación y en la gestión de los
recursos sanitarios es, por sí misma, una posible causa, de corrupción
política y administrativa.
Mejorar la calidad y la transparencia de la gestión clínica tiene un efecto positivo en la salud de la población a través de las políticas, de la gestión de las organizaciones y de la práctica clínica. La
rendición de cuentas nos obliga a hacer visible el proceso de toma de
decisiones, así como la metodología aplicada y los resultados obtenidos.
Si tenemos acceso a
los datos de la gestión clínica, podremos garantizar la transparencia, la
eficiencia y la igualdad de oportunidades. También podremos comparar los
centros sanitarios, y dar a conocer los resultados a los profesionales sanitarios
y a los ciudadanos para contribuir directamente a la mejora de los resultados en salud.
De este
modo, la transparencia se concibe como un gobierno abierto, donde los ciudadanos, el sistema sanitario y
quienes lo componemos, recibimos y compartimos la información sobre la gestión
de nuestro sistema sanitario.
Para integrar la transparencia, el primer paso es considerarla un valor fundamental de la organización. Aunque aceptemos la transparencia como un derecho
de los ciudadanos y de los profesionales sanitarios, no parece una “condición
natural” de las organizaciones gubernamentales. Es algo que se tiene que
elaborar, construir y desarrollar. Debemos conseguir que se incorpore a los
principios a respetar por el sistema sanitario, que se convierta en un rasgo de
distinción. Si conseguimos que los directivos del sistema sanitario, y el
propio sistema la practiquen, la transparencia puede llegar a ser contagiosa.
Como ciudadanos y como profesionales sanitarios,
nos piden sacrificios para que podamos mantener el estado de bienestar. Y los
hacemos… Por eso nos hemos ganado el
derecho a exigir una gestión más abierta, más transparente, que haga
posible nuestra participación en la toma de decisiones en nuestro sistema
sanitario.
Que la transparencia sea tu refugio y tu verdad
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