Cuando más, puede ser menos.
Recientemente llegó a mis manos
un artículo de Martínez Otero, bueno
mejor dicho a la pantalla de mi teléfono móvil a través de esa aplicación de
mensajería de la que ya “no podemos prescindir”. Este artículo es una
exposición reflexiva de las posibles consecuencias perjudiciales para el ser
humano que se esconde tras una puerta que se abre a una supuesta ampliación de
derechos, donde muestra cómo legalizar ciertas actuaciones con el argumento de
incrementar la autonomía de las personas, pueden originar situaciones de
dominio de unos seres humanos sobre otros y su consecuente perjuicio, señalando
la importancia de mantener limitado determinados bienes y derechos, o al menos
bien regulados en base a unos principios éticos fundamentales.
Siguiendo la premisa máxima de
aceptar de forma acrítica cualquier práctica, siempre que sea libremente
aceptada por la persona y no perjudique a terceros, el artículo habla de la maternidad
subrogada, la venta de órganos, la eutanasia y la congelación
de gametos para posponer la paternidad. Vamos a ver a continuación cómo
aumentar la autonomía del sujeto puede ser pernicioso para quién decide elegir
esas nuevas opciones disponibles para él e incluso también puede ser perjudicial
para la persona que decide no elegir las nuevas opciones, pudiendo llegar a ser
víctima de las presiones de la sociedad.
Como señala Bellver, “pueden existir mujeres que den su consentimiento libre e informado para
gestar por sustitución, pero la práctica totalidad de las mujeres que se
prestan a este servicio a cambio de una retribución son mujeres que necesitan
esos ingresos para vivir. Son en su
mayoría mujeres que viven en el umbral de la pobreza en países del Tercer Mundo
o en vías de desarrollo, dispuestas a aceptar cualquier trato – o contrato-
para sacar adelante a su familia, subsistir o progresar en la vida. No son
mujeres europeas o americanas de clase media o alta”.
En relación a la venta de
órganos, ¿qué persona estaría dispuesta a vender un órgano? seguramente no
aquella que desee realizar un crucero o comprarse un coche de lujo,
posiblemente personas que estén en
una situación económica desesperada, y ¿quién estaría dispuesto a comprarlo? .Vemos aquí, igual que en el caso de la
maternidad subrogada la relación de poder y dominación del poderoso frente al
débil con el consecuente perjuicio para este último.
Abrir la puerta a la eutanasia a
las personas que están sufriendo y sin autonomía en los últimos estadíos de su
vida puede ser muy peligroso a la vez que injusto, ya que el cuidado de estas
personas enfermas supone un importante desgaste físico, psicológico y económico
para la familia. Desde el momento en el que se reconociera el derecho a pedir
la eutanasia, el enfermo que decidiera seguir viviendo pasaría automáticamente
a ser responsable de los trabajos y sufrimientos que genera a su alrededor.
Convertiría inmediatamente a todos los enfermos terminales en los únicos
responsables de su situación, además de como indica el profesor Ballesteros, “implicaría
una fuerte presión psicológica en los enfermos más vulnerables sintiéndose
obligados a pedir la eutanasia para no seguir causando molestias.”
Hay empresas como Apple y
Facebook que junto con el ejército de los Estados Unidos ofrecen a sus
trabajadoras el acceso gratuito a los tratamientos de congelación de ovocitos
para retrasar así el ser madre y poder seguir trabajando y desarrollándose
profesionalmente, supuestamente para también promover así la igualdad de la
mujer en el ámbito laboral. Pero… ¿podrían existir consecuencias laborales
desfavorables para la mujer que no decida postergar su maternidad?, ¿no sería
más humano y sensato promover un mercado abierto a la conciliación familiar en
lugar de trastocar aspectos biológicos de la maternidad? Vemos el poder del
empresario, jefe y estado sobre la persona.
Como indicaba al principio de
este texto, se nos muestra esa supuesta puerta que nos permite acceder a una mayor autonomía de las personas pero sin
pensar en la trampa que a su vez puede suponer, ya que podrá originar situaciones
de poder de unas sujetos sobre otros.
Una frase literal del artículo
referido, resume el texto del siguiente modo: ” Te doy autonomía para que me
alquiles tu útero; para que me vendas un órgano que necesito con urgencia; para
que pidas la eutanasia y así dejes de causar molestias; y para que trabajes más
ahora y no pienses en ser madre”.
En estos contextos de enfermedad,
pobreza, discriminación o necesidad, el ordenamiento jurídico y la ética deben
excluir de la capacidad de decisión del sujeto ciertos bienes e intereses
esenciales a la dignidad humana, a los que nadie debería verse en situación de
renunciar.
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